El pasado 26 de junio de 2016 celebramos el Festival de Sevilla de Studio de Danza Coppelia. 90 alumnas y alumnos de nuestro centro de Tomares disfrutaron sobre las tablas del Teatro Central de Sevilla de un punto y final al curso lleno de ilusión y pasión por la danza.
Aquí tenéis el resumen del Festival.
Mañana abrimos nuestras puertas para comenzar el curso 16/17, ¡os esperamos!.
El Festival de Córdoba de Studio de Danza Coppelia 2016 tuvo lugar el 23 de junio en el Gran Teatro. Algo más de 150 alumnas y alumnos hicieron posible una tarde mágica de amor por la danza. Aquí os dejamos un breve resumen de lo que vivimos ese día y, de paso, os invitamos a dar un paseo por nuestra web.
¡Cuánto ballet hemos visto durante los Juegos Olímpicos de Río!. Aunque no lo parezca, nuestra disciplina está detrás de la consecución de más medallas de lo que pueda imaginarse. Deportistas y entrenadores de las más variadas actividades acuden a la danza clásica para tomar de ella lo necesario para alcanzar la excelencia y ser competitivos. El ballet, como arte universal, ofrece recursos estéticos y técnicos para obtener los exigentes resultados que persiguen determinadas modalidades.
A principios del S. XX la natación sincronizada era conocida como el ballet acuático. No pocas medallistas comenzaron, precisamente, por la danza clásica. La colocación, la concentración y el equilibrio obtenidos gracias a la formación en ballet aporta enormes beneficios a las nadadoras. Tal vez sea éste el motivo por el que Rusia está siempre en los primeros puestos de la natación sincronizada… Su tradición en danza clásica y el temprano acceso de los niños a la formación son una ventaja añadida. En una entrevista, Ona Carbonell, medallista olímpica y capitana del equipo español de natación sincronizada, explicaba así su rutina de entrenamiento:
“A las 6.30, arriba. Natación de 8.00 a 9.15. A la media, ballet o preparación física, hasta las 11. De ahí hasta las dos y media, sincro. Comida y de 4 a 8, más sincro. Dos días por semana, pilates de 7 a 8 y algunos, flamenco”.
Ona Carbonell
Dicho y hecho. La propia Carbonell colgaba en su perfil de Facebook parte de su preparación con su profesora de danza, Quima Gratacós. Puedes verlo pinchando aquí.
Pero el ballet no nutre sólo a la sincronizada. La gimnasia rítmica, la gimnasia deportiva y, sí, el salto de trampolín también son deudores del aprendizaje de la danza y la incluyen, en mayor o menor medida, en sus entrenamientos.
Los deportes olímpicos no son los únicos en aprovechar las ventajas de las técnicas y rutinas de la danza clásica. Muchas otras disciplinas buscan en el ballet un espejo del que aprender. Aunque resulte sorprendente, hasta el fútbol americano lo incorpora a sus entrenamientos.
D.J. Neal, jugador de fútbol americano
Los beneficios del ballet son de sobra conocidos. Las mejoras obtenidas por otros deportes, mejoras que tienen su origen en el ballet, tal vez lo sean menos. Desde Studio de Danza Coppelia seguimos en nuestro empeño de dar a conocer todo lo que de bueno tiene la danza y defendemos que nuestro arte merece, al menos, el reconocimiento de una medalla de oro.
La danza, a diferencia de otras artes, es efímera. Las pinturas, las esculturas, las obras literarias, quedan para la eternidad una vez terminadas. La música y el teatro, si bien no sus representaciones, también dejan su impronta en forma de partitura o libreto. Antes de la invención del cine la danza sólo quedaba en la memoria de los espectadores.
Hemos bailado desde siempre, y desde siempre hemos querido atrapar las sensaciones con las que la danza nos transporta. La historia del arte está repleta de ejemplos que demuestran la importancia del baile en todas las manifestaciones humanas.
Danza ritual. Tradrart Acacus, Libia. 8.000-4.000 a.C.
Mural etrusco, Tarquinia, Italia. 480 a.C.
El ballet moderno, cuya paternidad se atribuye a Jean-Georges Noverre (1727-1810), nació 100 años antes de la invención del cinematógrafo por los hermanos Lumière en 1895. Sin embargo, la pasión por atrapar la emoción de la danza permanecía viva y encontró su mejor vehículo en el pintor y escultor Edgar Degas (1834-1917). Considerado uno de los fundadores del Impresionismo, su serie sobre bailarinas nos permite viajar en el tiempo para ser testigos, junto al propio pintor, del resurgir de la danza tal y como hoy la conocemos.
Bailarinas de Edgar Degas
La fotografía ya existía en tiempos de Degas. El propio pintor era un apasionado y la usaba como referencia para sus pinturas. Sin embargo, la tecnología aún no estaba lo suficientemente avanzada para obtener los resultados de luz y color que sí conseguía plasmar en su obra pictórica.
El siglo XX trae consigo la explosión de la fotografía relacionada con la danza. Hannes Killian (1909-1999) y Jack Mitchell (1925-2013) son perfectos ejemplos del matrimonio entre las dos artes. Casualmente, ambos artistas desarrollaron sus trabajos sobre el baile relacionándose muy estrechamente, ya fuera oficial u oficiosamente, con grandes compañías.
Hannes Killian
Jack Mitchell
Su legado inspira a las siguientes generaciones. Hoy día la plasticidad del ballet, de la danza, sigue encontrando su mejor vía de expresión en fotógrafos como Alexander Yakovlev, Dane Shitagi, Omar Robles o Kyle Froman. Os invitamos a seguir los enlaces que os ofrecemos y recrearos en sus obras. Todos han puesto su alma artística a disposición de la danza, sirviéndose también de ella y reinventando la forma de capturar el movimiento, ofreciéndonos su visión irrepetible.
En Studio de Danza Coppelia seguiremos en nuestro empeño de ejercer de escaparate del arte que no podemos dejar de amar y su estrecha relación con el resto de expresiones. Existe, ¡cómo no!, también una historia del ballet y la imagen en movimiento, pero nos ocuparemos en un próximo post. ¡Seguid atentos!.
Este martes, al bajar el telón, dábamos por finalizada la clase más especial que podemos ofrecer a nuestras alumnas de Córdoba. Atrás quedaban las carreras, los cambios de vestuario, las horquillas que se caen, el miedo a que todo salga mal y la magia (y el trabajo) que hace que todo salga bien. El caos controlado. La espera en camerinos, los minutos previos y, por fin, la salida a escena.
La oscuridad sobre el escenario antes de que todo comience. El telón que se alza. La música que nos envuelve. La luz que nos rodea. La mirada de complicidad (tal vez un poco apremiante) de la compañera. Algunos silencios. La certeza de que (¡SÍ!) todo va bien. La infinita sensación de libertad al bailar…
Más carreras. Algún grito (y alguna lágrima). Las pequeñas despistadas, pero divertidas. Las mayores haciendo de veteranas. Las ojeadas disimuladas a bambalinas para buscar una última indicación.
Y al final, el acto de saludo al público. Un acto de agradecimiento mutuo entre las casi 900 personas que ocupaban las butacas del Gran Teatro y los 170 alumnos de la escuela. El aplauso como recompensa para los bailarines. 170 sonrisas como premio para todos los que hacemos posible Studio de Danza Coppelia.
Basta escribir en Google las palabras “antes de salir a escena” y la pantalla se llena de un sinfín de enlaces que nos ofrecen trucos, consejos, rituales, experiencias personales, rutinas de todo tipo…
La mayor parte de estos siempre bien intencionados consejos interpretan ese día, el día de la actuación, como una especie de estación término, como un final del camino. Como el último capítulo.
Para Studio de Danza Coppelia se trata de un punto y seguido. Los festivales que estamos a punto de disfrutar son, sí, especiales y, sí, generan ilusión, nervios, ambición por estar a la altura… Pero entendemos que son una parte más del proceso de aprendizaje que, orgullosos, ofrecemos a nuestros alumnos. Los festivales son una clase, especial si se quiere, pero una clase más en la que el fin último es terminar sabiendo algo más de lo que sabíamos antes de empezar.
Aprenderemos a presentarnos (no a enfrentarnos) ante el público, pero también a apreciar que todo trabajo tiene su recompensa, a valorar la disciplina que hemos interiorizado, a reconocer la ayuda y la complicidad de compañeros y profesores en este singular viaje que es, al fin y al cabo, la búsqueda de lo mejor que hay en nosotros mismos.
Por eso, y sobre todo, aprenderemos a disfrutar de la danza y de lo que significa para cada cual, mucho más allá de las circunstancias en las que nos toque expresarnos. Creemos firmemente que la danza es una inmejorable compañera para la vida y ponemos todo nuestro empeño en que nuestros alumnos lo sepan.
El trabajo ya está hecho. Por eso, solo existe un posible consejo: DISFRUTAD.
Al alzarse el telón, el bailarín deja atrás meses de ensayos, correcciones, aprendizaje, afán de superación, ilusiones, alguna frustración, muchos momentos de satisfacción… para, por fin, enfrentarse al espejo más esperado: el patio de butacas.
Los grandes momentos de los bailarines, de los artistas, siempre se recuerdan vinculados a un espacio concreto, a un escenario que, por alguna razón, se convierte en parte irrenunciable de su bagaje.
Sabedores de la trascendencia del espacio escénico, en Studio de Danza Coppeliatrabajamos para aportar a nuestros alumnos una experiencia completa, ilusionante e inolvidable.
Durante años hemos tenido el privilegio de ofrecer a nuestros bailarines la oportunidad de bailar en el Gran Teatro de Córdoba. Cientos de niñas y niños han disfrutado de la oportunidad de crecer como bailarines sobre las tablas de un extraordinario escenario.
Este año, nuestros alumnos de Tomares, de Sevilla, podrán disfrutar de un acontecimiento similar. Será en el Teatro Central, en la Isla de la Cartuja, un espacio único, moderno y versátil donde expresarse como más les gusta hacerlo: a través de la danza.
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